Bienvenidos rondadores de las sombras de nuestros sueños.

Seguro que en este momento os estáis preguntando la finalidad de esta página.

Es sencillo, somos un grupo de soñadores que desean entretener al lector con sus historias y compartir sus mundos imaginarios con aquellos que deseen pasar un rato disfrutando de aventuras escritas por nosotros mismos.

Con la finalidad de pasarlo bien, os invitamos a que os adentréis a "Origen de la Realidad" y espero que nuestras historias te enganchen y nos veamos a menudo. Se bienvenido.

viernes, 18 de mayo de 2012

Anima: Penélope, noche estrellada.


Las gotas de agua caían despacio en el regazo de Penelope, se había sentado debajo de uno de los arboles que todavía tenían estalactitas de hielo que se iban derritiendo por el efecto del calor del sol, que había decidido alegrar los últimos momentos de la tarde, antes de dejarle paso a su eterna compañera y que todo se volviera tinieblas. Era extraño ver el sol en el pueblo de Benken, su proximidad con las fumarolas de azufre hacía que el sol siempre estuviera oculto por grandes nubes de gas, y por lo tanto, ya no solo era difícil ver el cielo, sino que la luminosidad del pueblo estaba muy disminuida, volviéndolo lúgubre y oscuro

Por eso, este momento era especial para Penelope, era un momento lleno de luz, que poder disfrutar, y aunque el efecto de las heladas se podía sentir en el ambiente, el calor del sol permitía soportarlo, es más, ambas sensaciones contrarias, frío y calor, resultaban hasta agradables.

No pudo durar mucho, las luces del crepúsculo se fueron apagando poco a poco dejando a Penelope en la oscuridad, y la agradable brisa que había mientras todavía había luz, se convirtió en un viento desagradable que se metía hasta los huesos. La gente empezó a moverse a sus casas porque la jornada laboral ya había acabado, y era el momento de volver con las familias, y poder recuperarse del duro día trabajando en el campo, esto hizo que las luces de las casas empezaran a centellear, el humo empezara a salir por las chimeneas y las calles quedaran desiertas, exceptuando a la pequeña joven que se resistía a abandonar su puesto, por mucho que bajaran las temperaturas.